jueves, 17 de septiembre de 2009

El Santo Rosario


Ejemplos de gracias concedidas a los apóstoles y devotos del Rosario


"Santo Domingo en nada puso durante su vida tanto entusiasmo como en alabar a la Santísima Virgen, predicar sus grandezas y animar a todo el mundo a honrarla por medio del Rosario. La poderosa reina del Cielo, a su vez, no cesó de derramar sobre Santo Domingo bendiciones a manos llenas; coronó sus trabajos con mil prodigios y milagros, nada pidió éste a Dios que no obtuviera por intercesión de la Santísima Virgen, y -para colmo de favores- Ella le sacó victorioso de la herejía de los albigenses y lo hizo padre y patriarca de una gran orden religiosa, llamada Dominicos.


¿Qué decir del Beato Alano de la Roche, restaurador de dicha devoción?


Varias veces la Santísima Virgen le honró con su visita, a fin de instruirlo acerca de los medios para salvarse, de ser un buen sacerdote, perfecto religioso e imitador de Jesucristo. Le enseñó el método de rezar el Rosario, sus excelencias y sus frutos. (...)

Después de atraer para la cofradía del Rosario más de 100.000 almas, murió el Beato Alano de la Roche en Zunolle, Flandes, el 8 de septiembre de 1475.

La Santísima Virgen no favorece sólo a los predicadores del Rosario. Recompensa igualmente a aquellos que, por su ejemplo, atraen a otros a esta devoción.

A Alfonso IX, rey de León y Galicia, que deseaba que todos sus criados honrasen a la Santísima Virgen con el Santo Rosario, se le ocurrió, para animarlos con su ejemplo, llevar ostensiblemente un gran rosario, aunque sin rezarlo, lo que inducía a todos los cortesanos a recitarlo devotamente.

El rey cayó gravemente enfermo, y cuando lo creían muerto, fue transportado en espíritu al tribunal de Jesucristo. Vio allí a los demonios que le acusaban de todos los crímenes que había cometido y cuando iba a ser condenado a las penas eternas, se presentó a su favor la Santísima Virgen delante de su Divino Hijo; se trajo entonces una balanza, se colocaron todos los pecados del rey en uno de los platos y en el otro Nuestra Señora colocó el gran rosario que Alfonso había elevado en su honor, junto con aquellos que, gracias a su ejemplo, habían rezado otras personas, y esto pesó más que todos sus pecados. Enseguida, mirando al rey con compasión, la Santísima Virgen le dijo: 'He obtenido de mi Hijo, en recompensa por el pequeño servicio que me hiciste llevando contigo el rosario, la prolongación de tu vida por algunos años. Empléalos bien y haz penitencia'.

Volviendo de su éxtasis, el rey exclamó: '¡Bendito el Rosario de la Santísima Virgen, por el cual fui liberado de la condenación eterna!'

Después de recuperar la salud, Alfonso pasó el resto de su vida en la devoción al Santo Rosario, recitándolo todos los días.

Que los devotos de María traten de ganar cuantas almas puedan para esta práctica del Rosario, a ejemplo de estos santos y este rey. Habrán asegurado así la vida eterna".


Beneficios del Rosario


Para animarnos aún más a esta devoción de las almas grandes, San Luis Grignion añade que el Rosario, rezado con la meditación de los Misterios:


1) Nos eleva sin darnos cuenta al perfecto conocimiento de Jesucristo.

2) Purifica nuestras almas del pecado.

3) Nos permite vencer a los enemigos de nuestra alma.

4) Nos facilita la práctica de las virtudes.

5) Nos abrasa de amor por Jesucristo.

6) Nos enriquece de gracias y de méritos.

7) Nos proporciona con qué pagar todas las deudas que tenemos con Dios y con los hombres.

8) Por último, nos obtiene de Dios toda especie de gracias.


Pero asegura, junto con el Beato Alano de la Roche, que el Rosario es un manantial y depósito de toda especie de bienes: "Los pecadores obtienen el perdón; las almas sedientas se sacian; los que lloran, encuentran la alegría; los que son tentados, la tranquilidad; los pobres, socorridos; los religiosos, enfervorizados; los ignorantes, instruidos; los vivos vencen la vanidad, y las almas del purgatorio encuentran su alivio".

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