lunes, 23 de noviembre de 2009

La Penitencia


Existen dos peligros en la vivencia del sacramento de la penitencia:


  • la rutina.

  • el apartamiento.

Rutina


Actos religiosos que no tocan la profundidad de la persona.
No provoca una crisis saludable de conversión interior.
Vida espiritual anquilosada


Abandono (desafección práctica)


Mas perniciosa que la rutina porque corta los canales de la vida sobrenatural.


Para que produzca saludables efectos:



  • Actuación consciente de nuestra fe y de nuestro amor personal.

  • El sacramento de la penitencia es un verdadero encuentro personal y vital del hombre arrepentido y renovado interiormente con Cristo perdonador.

  • Confesión periódica, semanal si es posible.

  • Apreciar el sacramento.

  • Práctica asidua, consciente y viva, llena de fe y sencillez.

  • Fuente de renovación interior y de progresiva identificación con Cristo.

El cristiano acude a él para:



  • El perdón de los pecados.

  • Obtener la fuerza para luchar contra infidelidades, costumbres torcidas, hábitos de rutina y dispersión, y tendencias incontroladas de concupiscencia y amor propio.

  • Purificación interior.

  • La firmeza de voluntad en su lucha por el Reino.

  • Nuevas fuerzas para cumplir su misión.

Frutos:



  • Una más íntima identificación con el espíritu y las actitudes de Cristo.

  • Aumenta el conocimiento propio.

  • Crece la humildad cristiana.

  • Se desarraigan las malas costumbres.

  • Se hace frente a la indolencia y pereza espiritual.

  • Se purifica la conciencia.

  • Se robustece la voluntad.

  • Se lleva al cabo la saludable dirección de las conciencias.

  • Aumenta la gracia en virtud del sacramento.

El que se confiesa:



  • Tiene un proyecto vital que le preocupa y anhela realizar.

  • Quiere volver a ocupar su puesto en la inmensa marcha de la humanidad hacia el Reino.

  • Es consciente de que al pecar se ha desligado de Dios y se ha separado de los hermanos.

  • Sabe que en Cristo mediador vuelve a encontrar a Dios y vuelve a unirse con sus hermanos en el Cuerpo Místico de Cristo.

Encuentra a Cristo en el sacerdote que administra los sacramentos in persona Christi.

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